Trastorno obsesivo compulsivo: rituales que gobiernan la vida

Quien padece el trastorno obsesivo compulsivo puede ser tachado de maniático o de querer llamar la atención a como de lugar. Lo que la mayoría desconoce es que estas personas sufren el acoso de pensamientos catastróficos que se alivian mediante conductas intensamente repetitivas


Darse cuenta de que un familiar o amigo presenta una patología psicológica es fácil. Su comportamiento se altera de manera llamativa, cambian sus ciclos de sueño o su conducta alimenticia, deja de hacer cosas que antes eran habituales y adquiere otras formas de relacionarse con el mundo que alertan por ser extrañas y disfuncionales. La dificultad, en estos casos, es negar que esa situación está ocurriendo y regodearse en excusas como “él es así” o “esto es pasajero”, que alejan al paciente de su pronta recuperación.

El trastorno obsesivo compulsivo, TOC, no escapa de esta realidad. Todos saben que algo está fuera de lo normal cuando un miembro de la familia se devuelve más de una vez a comprobar que la puerta esté cerrada, se lava las manos con demasiada frecuencia o no le alcanzan las horas del día para realizar elaborados rituales durante las rutinas más cotidianas. Sin embargo, muchas veces se le resta importancia a estas observaciones por creer que la persona está exagerando y que más temprano que tarde dejará “esas manías”. Incluso el propio afectado al ver el rechazo que ocasionan sus conductas puede esconder sus síntomas por un tiempo tan prologando, que para el momento de una intervención profesional, el trastorno está muy arraigado y ha generado, quizá, otras alteraciones, provocando así que el diagnóstico se lleve algún tiempo y el tratamiento sea más intenso. Por esto, es importante desmitificar esta enfermedad y atenderla lo antes posible.

 TOC al descubierto

Los teóricos definen el TOC como un trastorno de ansiedad, que se caracteriza por la aparición de las obsesiones, pensamientos recurrentes y perturbadores que aparecen de forma repentina e incontrolable, y las compulsiones, comportamientos repetitivos que el individuo realiza con el fin de evitar o eliminar la obsesión y que afectan el desarrollo normal de su vida.


Diversas investigaciones han identificado como principales obsesiones las siguientes: contaminación (miedo a enfermarse o morir por causa de gérmenes y bacterias que están en el ambiente), agresión (pensar que él o la familia está en constante peligro de ser atacado o raptado), religión (apego irrestricto a mandatos divinos cuya desobediencia traería consecuencias fatales), de hacer daño o protección (sentirse extremadamente responsable del bienestar y seguridad de los demás), necesidad de exactitud o simetría (excesivo temor al desequilibrio) y temores somáticos (creencia de estar desarrollando enfermedades incurables en los diferentes órganos del cuerpo).

Por su parte, las compulsiones más frecuentes tienen que ver con: chequear una y otra vez ciertos detalles como las puertas, las llaves de gas, las hornillas o termos eléctricos; asear excesivamente y sin necesidad el hogar o el propio cuerpo; contar, como por ejemplo, los trozos de comida que ingerirá o la cantidad de veces que pasa el cepillo de dientes por cada lado de la boca; repetir conductas que ya habían sido finalizadas, como amarrar y desamarrar las trenzas de los zapatos; ordenar o reparar y coleccionar cosas innecesarias.

La psiquiatra Erika Flores enfatiza que no se deben confundir estos síntomas con las manifestaciones de la personalidad obsesiva, pues “en estos casos, se trata de una persona con una preocupación excesiva por el orden, la limpieza, es perfeccionista y poco flexible, pero no tiene obsesiones ni comportamientos compulsivos para contrarrestar su malestar”, afirma.

A diferencia de la personalidad obsesiva, el origen del TOC es biológico, ya que se asocia a factores genéticos, trastornos neuroendocrinos u otras enfermedades neurológicas como el Síndrome de Gilles de la Tourette o la Corea de Syndeham. Sin embargo, algunos factores como la pérdida de un ser querido o el período posterior al embarazo pueden servir como desencadenantes.

El paciente con TOC presenta inteligencia normal o superior al promedio, por lo que es capaz de reconocer que los pensamientos que invaden su mente son innecesarios, irrazonables e ilógicos, por eso se frustra cuando no puede evitar su presencia. Cuando se intenta suprimir las obsesiones, el nivel de ansiedad y la urgencia de realizar el ritual aumentan significativamente, afectando negativamente el desenvolvimiento de la persona en los diferentes ámbitos de su vida.

 Construir un futuro libre de rituales

Debido a que el TOC es un desorden de índole neuronal es imperativo, según Flores, la aplicación de terapia farmacológica. Pero hay que tener en cuenta que lo que se puede esperar es la disminución de la intensidad y la frecuencia de las obsesiones, las compulsiones y la autoagresión, no la erradicación completa de ellas. Los efectos positivos de los medicamentos, que suelen aparecer luego de 10 ó 12 semanas, sirven para allanar el terreno para la aplicación de otras terapias que solventen el problema desde su raíz.


Desde el punto de vista psicoterapéutico, dos tendencias parecen estar obteniendo resultados eficaces tanto para abordar el TOC como para lograr adherencia al tratamiento químico. Por un lado, la terapia cognitivo-conductual busca desmontar creencias falsas como “no debo cometer errores”, “no puedo soportar la ansiedad”, “debo tener el control de todo siempre” o “estoy en continuo peligro”, mediante una técnica en la se expone al sujeto a sus miedos y se evita el desarrollo de compulsiones. Por otra parte, la terapia psicoanalítica explora en el inconsciente de la persona las razones profundas de la obsesión.

Existen otras disciplinas que buscan aliviar al paciente con TOC. Un estudio publicado recientemente en la Universidad de Emory, en Atlanta, demostró que la práctica regular de meditación reduce las obsesiones, porque hace capaz a las personas de desechar pensamientos que interrumpen su funcionamiento y bienestar. Igualmente, el campo de la bioenergética se está abriendo paso para curar problemas mentales mediante la canalización de la energía vital.

Para los casos que son resistentes al tratamiento y en los que existen altos riegos de suicidio, la radiocirugía ha dado buenos resultados preliminares en la disminución de los síntomas del TOC. Sin embargo, todos los estudiosos del tema afirman que ninguna intervención surtirá efecto completamente, si el paciente no cuenta con un grupo de allegados que le animen y le den confianza en su recuperación.
TOC en cifras

Según datos aportados por la psiquiatra Érika Flores:
●   En hombres, la edad promedio de aparición del TOC es de 19 años y en mujeres, de 22.
●   Se estima que 2,5% de la población mundial padece este trastorno.
●   De 20 a 30% de los pacientes tienen mejoría significativa de los síntomas con el tratamiento; de 40 a 50% tienen mejoría moderada y la porción restante no responden al tratamiento.
●   Todos los pacientes tienen riesgo de suicidio y un tercio de ellos presentan depresión asociada al trastorno.

Publicar un comentario

Distributed by Gooyaabi Templates | Designed by OddThemes