BARCELONA (ESPAÑA)
Nueve mujeres procedentes de Colombia, Ecuador y Venezuela fueron detenidas en España por drogar y robar a los clientes de un prostíbulo de Barcelona en el que trabajaban.
El inspector jefe Jordi Silva explicó el jueves los resultados de esa operación policial en la que, aparte de las nueve mujeres, fue arrestado el dueño del local, de nacionalidad alemana.
Las mujeres, prostitutas y camareras, tienen entre 24 y 41 años y ninguna tenía antecedentes penales, aunque para dos de ellas un juez ha decretado el ingreso en prisión por robo con violencia, ya que con ellas está más acreditado que drogaron a sus clientes, mientras que el resto están en libertad con cargos.
Según el jefe policial los detenidos llegaron a robar hasta 4,500 euros a algún cliente del local.
La técnica consistía en aturdir a los clientes mezclando sustancias estupefacientes en su bebida para sustraerles dinero en efectivo y cargar cobros fraudulentos a sus tarjetas.
La investigación se inició en diciembre pasado a raíz de la denuncia de cuatro clientes que aseguraron, con un relato casi idéntico, que tras acudir al local se encontraron mal, con un fuerte dolor de cabeza y muy desorientados, pese a que no habían tomado drogas ni se habían emborrachado de forma consciente.
Los denunciantes quedaron tan aturdidos por la ingesta de sustancias estupefacientes que les mezclaron en la bebida que no recordaban ni siquiera si habían llegado a mantener relaciones sexuales con las prostitutas, pese a que sí que les cargaron el servicio a sus tarjetas.
El inspector Silva mostró su temor a que haya más víctimas de estos robos que no se atreven a denunciar, debido a su situación familiar o porque se trata de turistas que se dan cuenta de la situación una vez que han regresado a su país.
Uno de los clientes se encontró tan mal que al día siguiente de ir al local fue al médico para hacerse análisis y constató que tenía en la sangre elevadas dosis de sustancias estupefacientes, como benzodiazepinas, anfetaminas, cocaína y cristal, entre otras, pese a que, como las demás víctimas, aseguró que no había consumido drogas voluntariamente.
La Policía registró el prostíbulo a principios de marzo pasado y comprobó que de las 43 chicas que trabajaban en el local, ya fuera como camareras o como prostitutas, veintitrés llevaban sustancias estupefacientes encima, supuestamente para usarlas con los clientes.
Los beneficios obtenidos con esa actividad se los repartían entre las prostitutas, las camareras, el dueño del local, la empresa de datáfonos contratada y la persona que se encargaba de hacer el cobro de la tarjeta con el datáfono.
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